
Mis velas desplegadas golpean tus pensamientos…
Sabés que los míos se alejan por otros mares…
Y comienza tu duelo de palabras en espadas y garfios de preguntas.
Largos interrogatorios donde mis respuestas no encuentran la puerta de entrada hacia tu razón.
Me alejo…
Tomo los signos de exclamación más potentes y afilados...
arremeto hacia vos con recuerdos embarrados que tengo a mano.
Los atajás, uno a uno y…
cual cirujano meticuloso, los reacomodás, le sacás el significado a algunas palabras, las cambiás de lugar, les ponés otros adjetivos de compañía y desarmás mis argumentos.
Cambiás motivos y circunstancias; suspiros por silencios culposos.
A una velocidad imperceptible,
me devolvés mis recuerdos, señalándome con un dedo acusador por el barro con el que estaban vestidos…
Siempre hacés lo mismo..
Transformás mis oraciones en rompecabezas, adaptables a tus necesidades de defensa, las usás para atacarme nuevamente….
Me alejo un poco más…
Sin quitarte los ojos de encima, meto mi mano en el baúl de los reproches,
pero… ya están desmenuzados por vos en discusiones anteriores…
y los que no…. ya ni quieren salir a la batalla.
Sigo clavada a tus ojos color miel….
Me niego a aceptar una derrota, me resisto a tus jugadas tramposas de espacios y tiempos transformados a tu medida…
Al azar atrapo desesperada, reclamos más cercanos en el tiempo,
de esos que todavía no conocen tu arte en la piratería de los significados;
y los lanzo voraces de tus silencios…
Ah!... disfruto de esos segundos de incertidumbre, donde no encajan tus piezas…
Recurrís a la historia de la humanidad para distraerme…
Tus ojos miel, se tornan verdosos ante la posible derrota…
Me cruzo de piernas, con esta victoria minúscula dejándote ver mis muslos…
Ya sé que te distraigo…
Divagás entre mi pollera y extrañas metáforas de física…
Vas perdiendo tu locuacidad entre la historia y la química…
Salto de tus ojos a tus pómulos rígidos de preocupación…
Me distraigo en tu barba que se ve tan suave después del baño, oliendo a la distancia su aroma a manzana…
Sonrío sin darme cuenta…
Cierro suavemente el baúl de los reproches, mientras recorro tus labios con mi mirada…
Balbuceás, casi imperceptible tu argumento amenazador, enredado,
de psicología familiar y semejanzas maternales…
No te escucho…
No insistís…
Un mate lavado por el tiempo, se derrama oportunamente sobre mi remera
La excusa perfecta para desprenderme de ella…
Te sonreís con medio bigote levantado y la otra mitad inquisidora…
te molesta que me paseé desnuda frente al ventanal…
siempre te molestó…
siempre lo supe…
Sonreís nuevamente, descorriendo los pelos rebeldes de tu boca que me llama silenciosa…
Descubro una camisa colgada en el respaldo de tu silla...
Me acerco a buscarla sin dejar de mirarte, subida a mi media sonrisa y media ceja levantada…
Sabés lo que me traigo entre pensamientos cuando hago ese gesto…
Yo sé que vos sabés…
Dejás tu espada de palabras afiladas en la mesa y me atrapás a un instante de la tregua con botones…
Tus manos y tu boca se acomodan en los lugares exactos donde mi respiración ahoga los pensamientos…
Desaparecen los baúles, los rompecabezas y las palabras…
Navego por tu cuerpo…
Sabés que los míos se alejan por otros mares…
Y comienza tu duelo de palabras en espadas y garfios de preguntas.
Largos interrogatorios donde mis respuestas no encuentran la puerta de entrada hacia tu razón.
Me alejo…
Tomo los signos de exclamación más potentes y afilados...
arremeto hacia vos con recuerdos embarrados que tengo a mano.
Los atajás, uno a uno y…
cual cirujano meticuloso, los reacomodás, le sacás el significado a algunas palabras, las cambiás de lugar, les ponés otros adjetivos de compañía y desarmás mis argumentos.
Cambiás motivos y circunstancias; suspiros por silencios culposos.
A una velocidad imperceptible,
me devolvés mis recuerdos, señalándome con un dedo acusador por el barro con el que estaban vestidos…
Siempre hacés lo mismo..
Transformás mis oraciones en rompecabezas, adaptables a tus necesidades de defensa, las usás para atacarme nuevamente….
Me alejo un poco más…
Sin quitarte los ojos de encima, meto mi mano en el baúl de los reproches,
pero… ya están desmenuzados por vos en discusiones anteriores…
y los que no…. ya ni quieren salir a la batalla.
Sigo clavada a tus ojos color miel….
Me niego a aceptar una derrota, me resisto a tus jugadas tramposas de espacios y tiempos transformados a tu medida…
Al azar atrapo desesperada, reclamos más cercanos en el tiempo,
de esos que todavía no conocen tu arte en la piratería de los significados;
y los lanzo voraces de tus silencios…
Ah!... disfruto de esos segundos de incertidumbre, donde no encajan tus piezas…
Recurrís a la historia de la humanidad para distraerme…
Tus ojos miel, se tornan verdosos ante la posible derrota…
Me cruzo de piernas, con esta victoria minúscula dejándote ver mis muslos…
Ya sé que te distraigo…
Divagás entre mi pollera y extrañas metáforas de física…
Vas perdiendo tu locuacidad entre la historia y la química…
Salto de tus ojos a tus pómulos rígidos de preocupación…
Me distraigo en tu barba que se ve tan suave después del baño, oliendo a la distancia su aroma a manzana…
Sonrío sin darme cuenta…
Cierro suavemente el baúl de los reproches, mientras recorro tus labios con mi mirada…
Balbuceás, casi imperceptible tu argumento amenazador, enredado,
de psicología familiar y semejanzas maternales…
No te escucho…
No insistís…
Un mate lavado por el tiempo, se derrama oportunamente sobre mi remera
La excusa perfecta para desprenderme de ella…
Te sonreís con medio bigote levantado y la otra mitad inquisidora…
te molesta que me paseé desnuda frente al ventanal…
siempre te molestó…
siempre lo supe…
Sonreís nuevamente, descorriendo los pelos rebeldes de tu boca que me llama silenciosa…
Descubro una camisa colgada en el respaldo de tu silla...
Me acerco a buscarla sin dejar de mirarte, subida a mi media sonrisa y media ceja levantada…
Sabés lo que me traigo entre pensamientos cuando hago ese gesto…
Yo sé que vos sabés…
Dejás tu espada de palabras afiladas en la mesa y me atrapás a un instante de la tregua con botones…
Tus manos y tu boca se acomodan en los lugares exactos donde mi respiración ahoga los pensamientos…
Desaparecen los baúles, los rompecabezas y las palabras…
Navego por tu cuerpo…
-Amancay-