
-¿Qué te gusta de las tormentas?
-... de las tormentas, ... me gusta casi todo, ... todas son distintas.
- A mí me dan temor… ¿ a vos no?
- No... me encanta estar ahí, ... todo enorme e insignificante, viendo y oyendo ese acto hermoso y brutal.
- Tal vez… comiencen a gustarme las tormentas…
- Ni lo dudes, te van a gustar, ...
- Y… ¿si me pierdo en el miedo?
- ... no dejarías de disfrutar semejante espectáculo ...
- Hoy el cielo está gris… quizá llueva…

El le extiende su mano, desde esa extraña distancia de estrellas que los separa y la invita a sentir los sonidos del viento jugando entre las hojas... suave… imperceptible, entre un mar de silencio que suena a la espera de algo que se avecina… lentamente, a paso de aromas a tierra que avanzan, se entremezclan brisas de casuarina, pino y menta…
Ella cierra los ojos, se encierra entre paréntesis, teme…
El le sopla los temores, susurrando su nombre en ese idioma que ellos tan bien conocen…
Vuelan los signos de distancia, como semillas de dandelión enloquecidas…
Los sentidos regresan a los poros expectantes … amalgama de olores y sonidos que erizan la piel.
Minutos que avanzan con la cadencia ondulante de un aire más intenso… ventisca… viento… ráfaga…
Ya nada queda en su sitio… las hojas danzan frenéticas en sus ramas, se agachan, se recuestan, se levantan, chocan, se abrazan, se enredan, se sueltan y… vuelven a comenzar la danza…
Arboles que crujen, ramas que gimen.. un cielo inmenso, espeso y negro comienza a vibrar , primero lejano, después tan cercano en truenos que, como un tambor tribal retumban en el alma y hacen que se estremezca… afuera y adentro se unen, comunión de sentidos y naturaleza sonando en una única nota... imposible no cerrar los ojos por unos instantes, y… sentir, solo sentir la bravura que se acerca, cabalgando entre nubes …
Segundos más, segundos menos… los párpados responden a la llegada de esa lúz que parte el cielo e ilumina la tierra … enceguecedor… frágiles instantes previos a la voz, atronadora y ensordecedora que suena a grito, furia, y traspasa con un espasmo el cuerpo… alientos que se detienen…
Miradas que se respiran…
Una vez, dos, tres… luces y voces, voces y luces, estallan y claman… parecen no tener fín…
Los dioses se detienen, el cielo cede, se relaja, las nubes se abren en flujos de gotas… miles… infinitas…
Todo brilla de humedad…
Llueve …
Llega la calma…

Después de la tormenta…quedan los cuerpos teñidos de jade, madreselvas enredadas en el pelo… sus sonrisas cómplices, tiñendo el firmamento de citrino, y… este aroma a acacias estremecidas.