domingo, 15 de agosto de 2010

No me arrepiento de nada

Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas "niñas buenas" me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.
 
-Gioconda Belli-

sábado, 14 de agosto de 2010

Cuando algo se funde con algo

Hoy… mirando tu voz, escuchando tus ojos, sintiendo tu pensamiento y oliendo tus gestos, sé con certeza que siempre seremos ese algo, que el “nunca” se borra de pronto con cada gota de sentimiento y el “siempre” toma dimensiones de infinito…
Atraviesa los tiempos indóciles y las distancias sin tiempo… las presencias y las ausencias…
Las dimensiones se borran con solo tu mirada…
Cualquier duda se desvanece ante la presencia de tu risa resonando en mi alma…
Y como un héroe montado en delirios de acertijos,
con tu llegada... los signos de preguntas se desintegran…
Queda solo la certeza…
La certeza de lo eterno sin necesidad de lazos, de nombres o calificativos…
Sabés mis secretos…
Lees mis entre líneas, hasta… cuando cayo…
Sabés de mi desierto cuando no estás, y de mi primavera en pleno invierno cuando la inundás de tu presencia…
¡Cuánto me gusta saberme alma desnuda frente a tu alma!
Me gusta tanto extrañarte…
Sentirte…
Saberte…
Quererte…
…También te sé….
…también sé que lo sabés…

-Amancay-

viernes, 6 de agosto de 2010

Pat Metheny & Anna Maria Jopek - Are you going with me?

Solicitud de empleo


He militado largamente
en oscurísimos recintos
de donde traigo una batalla
que no se termina nunca.
Estoy en guerra casi todo el tiempo
y espero que me gane una paloma.

La verdad es que también sirvo
para desordenarlo todo.
Con qué cuidado precipito
planillas en la primavera,
y alterando sensatos equilibrios
me dan lo mismo números que grillos.

 No faltaría a la modestia
si dijera que siempre estuve
muy dotada para el olvido.
Guardo volúmenes de ausencia,
antologías de temblor marchito,
catálogos de dudas y neblinas.

He trabajado anteriormente
en invisibles oficinas
llenas de crisis apiladas
y documentos vegetales,
donde los pájaros me habilitaron
con un diploma de mirarlos siempre.

Diré también para abreviar
que estudio lágrimas modernas
y pienso publicar un libro
de suspiros cuando me muera,
y que tengo por todo patrimonio
un montón de relámpago vigente.

Todos estos antecedentes
animan a solicitar
que me permitas ocuparme
en derrumbar sobre tus manos
la dulzura que pongo inútilmente
sobre manteles de confiterías.

Quiero por fin tener empleo
de suavísima permanencia
adentro de tu corazón,
coser con lágrimas y arrimo
toda fatalidad que te amenace
con botones caídos o desgracias.

Quiero servirte de costumbre
y que utilices lo que soy
para fundar una sonrisa
o ceremonias con pañuelos,
o para siempre, o para lo que quieras,
desde un copo de nieve hasta el amor.

- María Elena Walsh -
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